Gizeh

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Arqueoastronomía: Gizeh




El complejo de Gizeh, lo forman las pirámides principales, las pirámides satélite,
las fosas en forma de barco, los templos anexos, las calzadas y la Esfinge. Cada
obra arquitectónica tiene su peculiaridad. Las calzadas
están construidas, al igual que la Esfinge y los templos anexos, con enormes
bloques de piedra caliza. En el resto de las construcciones se incorpora granito
rosa transportado desde las lejanas canteras de Assuán.

Gizeh y el misterio de Orión


Para algunos egiptólogos, Robert
Bauval, un ingeniero angloegipcio, aficionado a la astronomía y a la egiptología
parecía estar tirándose al vacío. Y todo ello por la publicación en 1989, en la
revista británica Dicussions in Egyptology, del futuro de sus investigaciones
sobre las tres pirámides de la meseta de Gizeh. Pero con el paso del tiempo, las
pruebas aportadas por este aparente aficionado cerraron la boca a más de un
“especialista”, consiguiendo el reconocimiento y el aplauso de numerosos
egiptólogos.



Su trabajo, “Un plan para las tres pirámides de Gizeh basado en la
configuración de las tres estrellas del cinturón de Orión”, y de su segunda parte, “El
guardián del Génesis”. En ellos, Bauval ponía de relieve el valor de la
astronomía en el estudio de la antigua civilización egipcia y especialmente la
importancia de esta ciencia como método de datación de los monumentos. Por otra
parte, también estaba dando a entender que los antiguos egipcios poseían una
serie de conocimientos matemáticos y astronómicos fuera de lo común para aquella
época.

Pero recordemos brevemente el contenido de los planteamientos de Bauval,
según éste la construcción de las pirámides egipcias se debe a un gran plan
constructivo, concebido por los arquitectos egipcios siguiendo las mismas pautas
que una serie de estrellas en el cielo. Es decir, la posición de cada una de las
pirámides en el valle del Nilo se corresponden con la posición de una estrella.
Tal hipótesis, lejos de ser una cuestión baladí, sirve para
poder datar los monumentos egipcios con una cronología precisa, ya que la
concordancia de la posición de las estrellas solamente pudo darse en un momento
concreto.
 
El epicentro de su teoría gira en torno a las tres pirámides de la
meseta de Gizeh, a la sazón las de Keops, Kefrén y Micerinos, faraones de la IV
dinastía (2550 a. de C.). Según Bauval estas tres construcciones fueron
erigidas siguiendo la posición de las estrellas que comprenden el cinturón
de la constelación de Orión. Así, Keops se correspondería con la
estrella Alnitak (Zeta Orionis), Kefrén con Alnilan (Epsilon Orionis), y la
pequeña pirámide de Micerinos con la estrella Mintaka (Delta Orionis). Esta
correlación, que cuadra perfectamente entre las estrellas y las pirámides,
conservándose incluso la pequeña desviación de Delta Orionis igual a la de la
pirámide de Micerinos, alejada del eje que une a las pirámides de sus dos
antecesores, se completa con otros descubrimientos no menos asombrosos.

El
ingeniero angloegipcio también descubrió, ayudado por un potente programa
informático (el Skyglobe 3.5), que los canales que parten de las cámaras del rey
y de la Reina estaban orientados en la época de su construcción a una serie de
constelaciones. Los canales norte y sur de la cámara del rey estuvieron
orientados hacia Tuban (la constelación del Dragón) y Alnitak, respectivamente.
Por su parte, los canales norte y sur de la cámara de la reina, lo fueron con la
Osa menor y la estrella Sirio, respectivamente. De esta manera, Bauval
confirmaba algunas de las hipótesis planteadas por el arquitecto Badawi en los
años sesenta sobre la orientación de estos canales.

Sin embargo, sus


descubrimientos, no han quedado en la meseta de Gizeh, sino que se han expandido
a otras pirámides de Egipto, ya que existen otras construcciones de este tipo
que se corresponden con diferentes estrellas de la misma constelación de Orión.
En este sentido, la pirámide de Djedefre, sita en la cercana localidad de Abou
Rowash, sería la estrella Saiph (Kappa Orionis), y la pirámide de Nebka, en
Zauyet el Aryan, la estrella Bellatrix. Para poner un broche de oro a tan
fascinante teoría Bauval extiende sus planteamientos a otros grupos monumentales
fuera de la constelación de Orión.

Así, la pirámide de Esnofru en Dashur estaría
relacionada con las Híades, más en concreto con Aldebarán y 311 Tauri. También,
esta teoría acaba por confirmar la vieja sospecha de los egiptólogos que creían
que los egipcios identificaban la Vía Láctea con su río Nilo. Aparte del peso de
las pruebas arqueológicas presentadas por Bauval a lo largo de más de diez años
de investigación, también hizo un estudio exhaustivo de diferentes fuentes
documentales. Haciendo especial hincapié en los textos de las Pirámides, y en la
no desdeñable colaboración del profesor I.E.S. Edwards, llegó a dotar de una
base científica a todos sus descubrimientos. Sin embargo, no tardó en aparecer
un pequeño conato de fricción con la comunidad egiptológica más ortodoxa. Todo
iba bien cuando Bauval proponía como fecha más aproximada a la
construcción de las pirámides de la meseta de Gizeh, el 2475 a. de C., fecha que
concordaba más o menos con el reinado de Keops.

El problema estaba en que, con la
ayuda de su computadora, Bouval llegó a la conclusión de que el momento exacto
en el que coincidían todos sus cálculos astronómicos estaba en el 10500 a. de C.
Nadie puede negar las afirmaciones de Bauval, toda vez que no existe ninguna
fuente, ni arqueológica ni documental, que pueda fechar la Gran Pirámide en el
2475 a. de C. El empleo del cementerio de la meseta de Gizeh para fechar sus
grandes pirámides debe ser utilizado con mucha prudencia. ¿Podrían datar
nuestros arqueólogos del año 2500 d. de C. Una iglesia románica por la tienda de
electrodomésticos que tiene en la esquina de enfrente?

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