El Lenguaje

El Lenguaje




Lenguaje, introducción


Lenguaje, medio de
comunicación entre los seres humanos a través de signos orales y escritos que
poseen un significado. En un sentido más amplio, es cualquier procedimiento que
sirve para comunicarse. Algunas escuelas lingüísticas entienden el lenguaje como
la capacidad humana que conforma al pensamiento o a la cognición.

Si entendemos el lenguaje como un medio de expresión
y de comunicación, hay que incluir el estudio de los sonidos y los gestos. Como
es evidente que los animales emiten sonidos y producen gestos, la pregunta es
inmediata: ¿poseen un lenguaje como los seres humanos? Está claro que muchas
especies animales se comunican entre sí. Sin embargo, la comunicación humana
difiere de la animal en siete aspectos que los lingüistas han formulado: 1)
posee dos sistemas gramaticales independientes
aunque interrelacionados (el oral y el gestual); 2) siempre comunica cosas
nuevas; 3) distingue entre el contenido y la forma que toma el contenido; 4) lo
que se habla es intercambiable con lo que se escucha; 5) se emplea con fines
especiales (detrás de lo que se comunica hay una intención); 6) lo que se
comunica puede referirse tanto al pasado como al futuro, y 7) los niños aprenden
el lenguaje de los adultos, es decir, se transmite de generación en
generación.


Sin embargo, recientes investigaciones sobre los primates han demostrado
que muchas de estas características no son exclusivas de los seres humanos.
No obstante, se puede afirmar con cierta seguridad que el lenguaje humano posee
características especiales. Los seres humanos relacionan una serie limitada de
unidades gramaticales y de signos separados para formar un conjunto infinito de
oraciones que bien pudieran no haber sido oídas, emitidas, leídas, escritas o
pensadas con anterioridad. Los niños que todavía no han estudiado la gramática de su lengua
establecen sus propias reglas empleando su capacidad lingüística, así como los
estímulos que reciben de la comunidad lingüística en la que han nacido.


Para que exista el lenguaje se requieren ciertos
factores: de índole fisiológica (el organismo tiene que ser capaz de emitir
sonidos); de índole gramatical (el discurso tiene que poseer una estructura), y
de índole semántica (es imprescindible
que la mente pueda entender lo que se habla).


Sea cual sea la comunicación que establecen los seres
humanos por medio de la lengua, los gestos o los signos,
debe cumplir el mismo proceso: adecuarse al pensamiento que se quiere
transmitir; sin embargo, las lenguas que se hablan en el mundo, aunque cumplen
con esa finalidad, difieren ampliamente entre sí tanto en sus sistemas fonéticos
como en sus estructuras gramaticales.


Lenguaje, evolución y cambio


Entendido el lenguaje como la producción y la
percepción de un idioma, hay que decir que evoluciona en la medida en que
progresa la especie humana. Como sistema de comunicación, puede ser utilizado
con los sistemas de comunicación de otros animales. Sin embargo, como se ha
apuntado en otro epígrafe, el lenguaje humano tiene aspectos creativos e
interpretativos que parecen marcar sus diferencias. Se cree que la comprensión
de la lengua está ligada a la función que realiza una determinada zona del cerebro conocida como
área de Broca. Hasta que se produjo esa especialización fisiológica, se creía
que no había diferencias entre el lenguaje humano y el sistema de comunicación
utilizado por otras especies animales.

Al parecer fue en la era de Neandertal cuando se inició
el lenguaje, pero hasta la aparición del Homo sapiens no se
dio una evolución lingüística significativa. Así pues, el lenguaje humano puede
contar con 30.000 ó 40.000 años de existencia. La enorme diversidad de lenguas
que hay en el mundo demuestra que una vez que apareció el lenguaje se produjeron
los cambios a gran velocidad. No es posible saber si hubo una primera y única
lengua, ni cuáles fueron sus sonidos, gramática y léxico. La lingüística
histórica, que se encarga de descubrir y describir cómo y por qué surgieron las
lenguas, apenas puede sugerir algunas hipótesis para explicar esta
evolución.




Los homínidos que vivieron en la sierra de Atapuerca (Burgos)
hace más de 350.000 años oían igual que los seres humanos actuales, han
comprobado los científicos que estudian el yacimiento de la Sima de los Huesos,
uno de los más ricos del mundo. En la investigación se demuestra -a partir del
estudio de los huesos del oído de cinco de los homínidos encontrados en la sima,
atribuidos a la especie Homo heidelbergensis, que la sensibilidad acústica de
estos antepasados de los neandertales se parece mucho a la del ser humano actual
y es muy diferente de la del chimpancé.

Este estudio es el primer ejemplo de
un enfoque original para estudiar el origen del lenguaje. Según Ignacio
Martínez, autor principal, este descubrimiento “es muy relevante porque es la
primera vez que se determina con exactitud una capacidad sensorial en una
especie fósil, y porque existe una estrecha relación entre los sonidos que una
especie es capaz de oír y aquellos que es capaz de producir” Por ello, señala Martínez -de la Universidad de Alcalá de Henares
(Madrid) y del equipo de Juan Luis Arsuaga, codirector de las excavaciones- “el
descubrir que aquellos humanos tan antiguos podían oír como nosotros es un
sólido argumento en favor de la hipótesis de que también serían capaces de
hablar”.


Al parecer, el aparato fonador de los preneandertales de Atapuerca estaba más
desarrollado que el del chimpancé, pero no tanto como el del homo
sapiens.
De hecho, en el caso de los preneandertales no existían las
dimensiones apropiadas para que pudieran pronunciar tres vocales esenciales, es
decir la a, la i y la u. “Se trata de las únicas vocales que se encuentran
presentes en todos los idiomas conocidos”, según explica el paleontólogo de la
Universidad de Alcalá de Henares Ignacio Martínez.

Por caprichos de índole física, para poder
pronunciar esos tres sonidos básicos resulta imprescindible que la longitud de
la mandíbula desde la parte delantera a la trasera coincida con la longitud de
la laringe de arriba abajo, es decir, desde la boca hasta la nuez. Dado que la
mandíbula de los preneandertales de Atapuerca era más larga que la del homo
sapiens,
y que su cuello, sin embargo, medía lo mismo, los preneandertales
no podían pronunciar la a, la i y la u con la misma precisión y rapidez que lo
podemos hacer los humanos de hoy día.

En cambio, los
chimpancés, por su parte, tienen la mandíbula mucho más larga que la laringe.
Esta circunstancia les impide hablar, pero lleva aparejadas otras aptitudes:
así, por ejemplo, son perfectamente capaces de tragar y respirar al mismo
tiempo, lo cual es una habilidad común a todos los mamíferos que los homo
sapiens
disfrutan al nacer, pero van perdiendo conforme se desarrollan.


El paleontólogo Ignacio Martínez lo explica muy
gráficamente: “El precio que pagó la especie humana a la naturaleza a cambio de
conseguir la facultad de hablar fue la posibilidad de morir
atragantado”.


En el siglo XVIII el filósofo alemán Leibniz
sugirió que todas las lenguas que existen y han existido proceden de una única
protolengua, hipótesis que recibe el nombre de monogénesis. Aunque muchas
lenguas vivas proceden de una única lengua anterior, esto no significa que el
lenguaje humano haya surgido en varias partes del mundo de forma simultánea, ni
que las lenguas vivas precisen de un solo antepasado, sino que pudo haber
varios. Esta segunda hipótesis, que explica el origen múltiple para las familias
de lenguas, recibe el nombre de poligénesis.


Cuando una lengua sufre transformaciones sustanciales
tanto en su estructura fonética como en su léxico, puede llegar a convertirse en
otra lengua. Lo que caracteriza al lenguaje es su
continuo crecimiento y evolución en todos los aspectos, en tanto que es expresión
viva de la naturaleza y la cultura de los seres humanos.







El origen del lenguaje, un misterio por
resolver

Una novela de misterio en la que todavía faltan muchas pistas por descubrir y
muchas páginas por escribir. La comparación es de Juan Carlos Gómez, doctor en
Psicología que trabaja en la Universidad de Saint Andrews (Edimburgo) y hace
referencia al misterioso origen del lenguaje. Un asunto sobre el que estuvo
prohibido teorizar en algunas academias científicas en el siglo XIX por su
dificultad de comprobación y que hoy, al unir las conclusiones de científicos de
distintas áreas, vuelve a renacer.


El lenguaje es uno de los fenómenos más complejos de la naturaleza y tal vez
el que mejor define a la especie humana: conocer su origen es conocer nuestros
orígenes, conocernos mejor a nosotros mismos”, asegura Juan Carlos Gómez, doctor
en Psicología por la Universidad Complutense y profesor de la Universidad de
Saint Andrews, de Edimburgo.


Pero saber cómo surgió el lenguaje es una de las más fatigosas y complicadas
tareas a las que se pueden enfrentar los investigadores que centran su trabajo
en el pasado. “No sabemos cómo se comunicaban nuestros ancestros. Suponemos que
la manera en que se comunican hoy chimpancés, gorilas, bonobos y orangutanes
puede parecerse a las formas de comunicación que usaban algunos de nuestros
ancestros antes del surgimiento del lenguaje… pero no tenemos pruebas fidedignas
de ello”, asegura Gómez.


Ese es uno de los principales problemas: la falta de pruebas, de evidencias
directas. Pero se está trabajando desde distintos campos para llegar a nuevas
conclusiones. “En la actualidad se siguen métodos y técnicas muy diversas
procedentes de diferentes disciplinas: desde estudios sobre comportamiento de
primates actuales, hasta estudios de registro de la actividad de nuestro cerebro
para ver qué partes son las responsables de nuestro lenguaje. Otras estudian
cómo adquieren los niños la lengua materna, cuáles son las características del
lenguaje de signos de las personas sordas, en qué se parecen y difieren las
distintas lenguas del mundo…etc”, explica el especialista.


Todavía no se sabe cómo y cuándo empezaron a hablar nuestros ancestros. Hay
muchas hipótesis. “Unas hacen hincapié en el surgimiento del complejo aparato
fisiológico que nos permite articular palabras habladas, otras en la complejidad
cognitiva que hay detrás de la palabra hablada y que podría haberse expresado
originalmente mediante gestos. Pero todas se enfrentan a la escasez de datos
fidedignos”, señala Gómez. “Mi teoría”, prosigue el profesor, “es que no existe
un origen del lenguaje, sino varios orígenes. El lenguaje no es una capacidad
única y singular, sino una compleja articulación de capacidades diversas que
nuestra evolución acertó a combinar de una manera singular”.


Y concluye: “La solución del misterio de la evolución del lenguaje llegará
sólo gracias a esta combinación de enfoques y disciplinas”.

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