Envejecimiento Celular

Envejecimiento Celular




Envejecimiento celular






La comprensión de los mecanismos precisos por los cuales ocurre el
envejecimiento es uno de los grandes problemas aún no resueltos por la biología
moderna. Esto es debido quizás a que se trata de un proceso extremadamente
complejo que involucra distintos tipos de células e interacciones celulares y
que resulta a su vez de la suma de muchos factores, internos y externos al
organismo.

Todas las células del cuerpo, a excepción de las gametas sexuales, se
multiplican por división mitótica. En este proceso, cada célula duplica su
material genético y lo distribuye en las dos células hijas, que son, al menos en
teoría, genéticamente idénticas a la célula madre. Sin embargo, si cultivamos
células in vitro, el número de veces que pueden multiplicarse es limitado
y no supera las 40 a 60 divisiones. Lo que ocurre es que en determinado momento
las células dejan de dividirse e ingresan en un estado irreversible denominado
senescencia, en el cual no pueden volver a multiplicarse y que
inevitablemente las lleva a la muerte.

El reloj mitótico: Los estudios que se han realizado muestran que el
momento en el cual la célula ingresa al estado de senescencia no depende de un
tiempo cronológico o metabólico sino del número de divisiones celulares que han
tenido lugar. Cuando se
estudiaron más precisamente algunos de los elementos que cambian de generación
en generación en estas líneas celulares se observó que un parámetro crítico para
que la célula entre en estado de senescencia es la longitud de los telómeros.
Los telómeros: Los telómeros son las regiones de los extremos de los
cromosomas y están compuestos de secuencias repetitivas de ADN que no codifican
para ningún gen en particular. Una de sus funciones esenciales es la de proteger
al resto del cromosoma de la degradación y de la unión de los extremos del ADN
entre sí por enzimas reparadoras. Si bien la célula duplica su ADN previamente
a la división no es capaz de copiar la totalidad de la secuencia del telómero y,
como resultado, el telómero se hace más corto en cada replicación, perdiéndose
alrededor de 50 a 200 nucleótidos en cada ciclo de división celular.

El desgaste del telómero con la sucesión de ciclos celulares, impide su función
protectora, con lo que el cromosoma se hace inestable, aparecen errores en la
segregación durante la mitosis, anomalías genéticas y diversos tipos de
mutaciones. Las células que presentan estos defectos, no sólo son incapaces de
duplicarse, sino que dejan de ser viables, activándose los procesos de muerte
celular programada.

La telomerasa: Sin embargo, en el caso de las células germinales y
embrionarias, de las que el organismo no puede prescindir, existe una enzima
específica, la telomerasa, que es capaz de restaurar la secuencia del telómero.
De hecho, cuando se modifican genéticamente células que no sintetizan la
telomerasa para que lo hagan, estas células se dividen un 50 % más que las
células que no expresan esta enzima. Esto apoya fuertemente la teoría de que es
la longitud de los telómeros el determinante para ingresar en el estado de
senescencia.

Si bien es aún desconocido el mecanismo por el que la célula detecta el
acortamiento de los telómeros y el sistema de señales que las lleva a la muerte,
no cabe duda que estos resultados van a incidir directa e indirectamente en el
desarrollo de la investigación aplicada, la industria farmacéutica y la
medicina.








Biología del envejecimiento

Un organismo manifiesta envejecimiento cuando decrece su
vitalidad y cuando proporcionalmente aumenta su vulnerabilidad. El envejecimiento es un proceso irreversible equiparable
al segundo postulado de la termodinamia referente a la entropia. Se trata de un
proceso que finaliza cuando sucede la muerte. Desde un punto de vista biológico,
no hay organismos viejos ni envejecidos, ya que esta terminología tiene un
significado estático, la de un proceso ya llevado a cabo.

Los términos mencionados se utilizan para caracterizar situaciones extremas,
relacionadas con una edad cronológica avanzada, termino este ultimo aplicable a
la edad de elevada tasa de mortalidad. El período de vida del ser humano se cuantifica con un
máximo de 120 años, cuando los fenómenos intrínsecos del crecimiento y del
envejecimiento se desarrollan en un medio adecuado.





El envejecimiento se expresa en todos los órganos de forma diferente, según sus
funciones, y con distinta aceleración.

Longevidad es un concepto ligado a la edad cronológica y de
significación relativa, ya que las edades consideradas como longevas, es decir, por encima de la actual esperanza de vida, están marcadamente por debajo del
valor considerado como de máxima duración. La vida humana se divide en dos
fases: desarrollo ó crecimiento y senescencia ó envejecimiento. Las alteraciones
homeostáticas conducen a la pérdida de bienestar, a la enfermedad.


Los mecanismos que dan lugar a las manifestaciones de
envejecimiento se resumen en la disminución paulatina tanto de la población
celular como de la actividad metabólica de cada célula. En los organismos
superiores se añade aquí un proceso regulador encaminado a garantizar la
supervivencia, aminorando las consecuencias de los déficit acaecidos.


El organismo viejo se diferencia del joven mediante el enlentecimiento de unas
funciones y la desaparición de otras, lo mismo que por la elevada incidencia de
enfermedades.









El envejecimiento:
Lo cierto e irrevocable, y aunque muchos luchen por evitarlo, es que
envejecemos. Incluso algunos sostienen que este proceso se inicia en el momento
mismo del nacimiento. Las preguntas en torno a este fenómeno biológico se han
multiplicado en las cabezas de los científicos en los últimos 50 años, motivados
especialmente por el creciente aumento de la expectativa de vida del ser humano,
lo que conduce a nuevas áreas de investigación, la mayoría de las cuales recién
se están definiendo. Aunque suene contradictorio, podemos decir que el estudio
sobre el envejecimiento celular vive su tierna juventud.


El envejecimiento:

En el pasado, los científicos se habían percatado de que el envejecimiento está a
menudo asociado al acortamiento excesivo de las extremidades del ADN, los
llamados telómeros. Los telómeros se acortan a cada replicación sucesiva (de la
célula originaria a las dos primeras hijas, de éstas a las siguientes cuatro y
así sucesivamente), y en un determinado momento se vuelven demasiado cortos. El
fenómeno del telómero demasiado corto está vinculado, por tanto, al fenómeno del
envejecimiento.
Pero, ¿cuál es el mecanismo que vincula los dos fenómenos?
Esta pregunta constituyó durante años un verdadero enigma científico. Como este
enigma no tenía solución, el único modo para distinguir las células jóvenes de
las viejas era ponerlas en cultivo y esperar días o incluso meses: si se
replicaban entonces eran aún jóvenes, y en caso contrario eran viejas. Con una
serie de experimentos llevados a cabo sobre células humanas, d’Adda di Fagagna
descubrió que cuando los telómeros son demasiado cortos, o bien están dañados,
se activa un sistema de emergencia específico, correspondiente a la ruptura
irreversible del ADN, el ciclo se detiene y la célula entra en la fase de envejecimiento.

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