El rinoceronte, condenado por su cuerno

Desde el punto de vista médico, consumir polvo de cuerno de rinoceronte no resulta muy diferente a morderse las uñas: simplemente, ingieres un poco de calcio y queratina disueltos en saliva. Pero cuando está destinado a alguien de China o Vietnam que cree ciegamente en sus poderes curativos contra la artritis, la hipertensión y hasta el cáncer y el sida, no hay pruebas científicas que valgan. 


En 2007, la pasión asiática por la puntiaguda protuberancia era manejable. Los esfuerzos de protección iban relativamente bien, especialmente con el rinoceronte blanco, Ceratotherium simum, cuya población había superado los 17.000 individuos, cuando a finales del siglo XIX  apenas quedaban cincuenta. “Se consideraba el mayor éxito en conservación animal hasta la fecha”, dice Rusty Hustler, director de seguridad en el Departamento de Turismo de los Parques del Noroeste de Sudáfrica. Pero entonces, el Gobierno de China, país que emergió con la fuerza de un huracán en la economía mundial, destinó 130 millones de dólares en subsidios a la medicina tradicional. Esta medida disparó la demanda del polvo milagroso entre los ciudadanos chinos, una moda que no tardaron en importar sus vecinos vietnamitas.

Más información sobre el tema en el artículo Rinocerontes: situación límite, en el número 386 de Muy Interesante, escrito por Ángela Posada-Swafford.

Comentarios

Entradas populares