Por qué el animal más gigantesco del planeta no puede crecer aún más

No hay criatura viviente más gigantesca en el planeta. Con sus 30 metros de largo y más de 100 toneladas de peso, las ballenas azules hacen palidecer a cualquier otro ser vivo. Sin embargo, los biólogos se han preguntado durante un siglo qué limita su tamaño. ¿Por qué no crecen aún más? Como estos animales pasan la mayor parte del tiempo debajo de la superficie del océano, donde su comportamiento es difícil de monitorear, hasta ahora la respuesta se movía en los límites de la especulación. Pero un equipo internacional de científicos ha monitoreado centenares de ejemplares de diferentes especies de cetáceos para obtener la respuesta. Según publica en la revista «Science», el tamaño de estos animales está limitado por la disponibilidad de las presas, pero solo las ballenas que se alimentan por filtración han desarrollado una estrategia de alimentación que los impulsa a ser unos colosos.


«Las ballenas azules y los cachalotes se encuentran entre los animales más grandes que han evolucionado. Rivalizan y, en algunos casos, superan a los dinosaurios más pesados. Eso es bastante espectacular», afirma Nicholas Pyenson, del Museo Nacional de Historia Natural del Instituto Smithsoniano.
Los investigadores, dirigidos por el biólogo Jeremy Goldbogen, de la Universidad de Stanford, y Pyenson, recopilaron datos de cientos de ballenas, marsopas y delfines de varios tamaños (desde marsopas de puerto de metro y medio de largo hasta gigantescas ballenas azules). Para rastrear las actividades subacuáticas de los animales, el equipo empleó etiquetas multisensor que colocaron temporalmente a través de ventosas, llegando desde sus botes con largos postes para pegarlos en el dorso de los animales.
Una vez en su lugar, los acelerómetros, sensores de presión, cámaras e hidrófonos informaron sobre los movimientos de los animales mientras se sumergían para alimentarse. Utilizando dispositivos de sonar en las aguas circundantes y registros anteriores de presas en los estómagos de ballenas, los científicos también estimaron la densidad de las presas en la vecindad de cada depredador marcado.
El equipo analizó datos de más de 10.000 eventos de alimentación en aguas desde Groenlandia hasta la Antártida. De esta manera, determinaron cuánta energía invierten las especies de diferentes tamaños para capturar a sus presas y cuáles cosechan las mayores recompensas por sus esfuerzos.

Krill para cenar...

Descubrieron que la relación entre el tamaño del cuerpo y la recompensa energética dependía de la estrategia de alimentación que cada ballena había desarrollado. Las ballenas azules, las jorobadas y otras que se alimentan por filtración utilizan barbas, hileras de placas flexibles parecidas a pelos en la boca, para filtrar el krill y otras presas pequeñas del agua del océano. Buscan parches densos de sus presas y casi siempre, según los datos, consumen más calorías de las que gastan cuando se alimentan. Para ellas, el gran tamaño no es impedimento para alimentarse: las ballenas más grandes lograron una mayor recompensa energética durante los eventos de alimentación que cualquier otra ballena en el estudio.
Las ballenas dentadas, en cambio, usan la ecolocación para buscar presas y se limitan a alimentarse de un objetivo cada vez. También deben sumergirse más profundamente que otras ballenas para encontrar la presa más grande y abundante, como los calamares y peces de aguas profundas. Pocos depredadores de sangre caliente pueden acceder a esas partes del océano. Por debajo de 1.000 pies, «no hay nada más allá excepto todos los calamares que puedas comer», señala Pyenson. Pero los calamares deben ser perseguidos y eso requiere mucha energía, especialmente para las ballenas dentadas más grandes. En algunos casos, estos animales no comieron lo suficiente durante una inmersión para compensar la energía que gastaron para llegar allí. «Literalmente no pueden comer lo suficiente para lograr una recompensa energética más alta antes de tener que regresar a la superficie y respirar», dice Pyenson.

.. O un calamar gigante

Los cachalotes, que pueden medir hasta 18 metros de largo, no solo son más grandes que cualquier otra ballena dentada de hoy en día, sino que también son más grandes que todos sus ancestros fósiles. Eso tiene sentido, según Pyenson, porque según las eficiencias energéticas relativas que el equipo calculó para las ballenas dentadas de diferentes tamaños, «ser un cachalote hoy en día realmente está empujando un serio límite biológico». Los cálculos del equipo sugieren que los cachalotes no podrían encontrar suficientes presas de calamar gigante para mantener su tamaño corporal si fueran más grandes. Simplemente, no hay suficientes calamares en el océano para sostener cachalotes más grandes.
Pero eso no les ocurre a las ballenas grandes que se alimentan por filtración. Su cena son presas de krill pequeñas pero muy abundantes que florecen durante cortos períodos de tiempo en partes específicas del mundo. Como resultado, los investigadores especulan que la disponibilidad estacional de sus abundantes presas es lo que en última instancia limita el tamaño en estos gigantes oceánicos, como las ballenas de aleta o las azules. Es decir, no crecen más porque no pueden comer todo el tiempo.
«Las especies de ballenas barbadas más grandes deben cosechar las ganancias de energía de los parches de kril en solo unos pocos meses de verano en latitudes altas», indica Goldbogen. «Las estrategias de alimentación por filtro altamente eficientes significan que estas ballenas pueden acumular reservas de grasa que luego pueden impulsar sus migraciones a través de las cuencas oceánicas hacia zonas de reproducción en latitudes más bajas que proporcionan mucho menos alimento».

En el límite

El nuevo estudio subraya la posición precaria que tienen todas las ballenas dentro de sus ecosistemas. «Hay que preguntarse qué tan peligroso es para las ballenas que viven en el filo del cuchillo energético», dice Pyenson, particularmente frente al cambio climático, la sobrepesca y otras amenazas para los océanos.
«Si eres una ballena azul y tu única presa es el krill, y algo hace que las poblaciones de krill disminuyan, entonces estás en un callejón sin salida evolutivo porque no podrías comer lo suficiente para mantenerte». afirma el investigador. «Esa es una buena razón para que intentemos comprender mejor estas relaciones depredador-presa», añade.
Estas proporciones masivas y los apetitos gigantes que los acompañan son características relativamente nuevas en la historia evolutiva de las ballenas. En 2017, Pyenson y Goldbogen descubrieron que los antepasados de las ballenas de hoy en día mantuvieron proporciones modestas hasta hace unos 5 millones de años, cuando evolucionaron para aprovechar las fuentes de alimentos recientemente abundantes pero distribuidas de manera irregular. Pero hace 100 millones de años, otros gigantes deambulaban por la Tierra, y Pyenson cree que su tamaño corporal también estaba probablemente limitado por el suministro de alimentos. Lo mismo podría haber ocurrido con una manada de dinosaurios saurópodos en un bosque en el período Cretácico.

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