Atlas, Eco, Príapo o Aquiles: los seres mitológicos que le dan nombre a la salud y al cuerpo humano

Los griegos empleaban el vocablo «mito» para referirse a relatos imaginarios relacionados con seres divinos, a través de los cuales pretendían explicar multitud de aspectos concernientes con la religión y la sociedad.
Este universo fue una inagotable fuente de inspiración para médicos de todas las épocas, de allí surgieron nombre anatómicos o enfermedades que siguen siendo vigentes en la actualidad. Pasaremos revista a una pequeña muestra.

En vértebras y tendones

El nombre de nuestra primera vértebra cervical –sobre la que descansa el peso de la cabeza– se denomina Atlas, uno de los titanes que fue condenado por Zeus a sostener sobre sus hombros eternamente la bóveda celeste.
Otro de los relatos nos cuenta que fue petrificado por Perseo tras mostrarle la cabeza de la gorgona Medusa, convirtiéndose en una montaña –el monte Atlas de Marruecos–, a cuyos pies se extiende el océano Atlántico.
Curiosamente, las venas varicosas que irradian desde el ombligo hacia el resto del abdomen en algunos pacientes con cirrosis hepática se denominan «cabeza de Medusa», por su similitud con los cabellos –víboras– de la criatura mitológica.
La diosa marina Tetis, la madre de Aquiles, intentó conferir a su hijo la inmortalidad al sumergirle en la laguna Estigia. La diosa le mantuvo sujeto por el talón, la única zona de su cuerpo que quedó fuera del agua y, por tanto, su único punto vulnerable.


De esto se valió precisamente el príncipe troyano Paris para matarle, con una flecha de su carcaj apuntó al talón del héroe aqueo. Actualmente se conoce como tendón de Aquiles, al que une los músculos gemelo y sóleo de la pantorrilla con el hueso calcáneo.

La mitología y los fármacos

En 1806 el químico alemán Friedrich Wilhelm Sertüner bautizó a un derivado opiáceo con el nombre de «morfina», un vocablo inspirado en el dios griego del sueño Morfeo –el encargado de velar por los sueños placenteros–.
Menos halagüeño es el recuerdo de Átropos –una de las tres Parcas–, que junto con sus hermanas eran las encargadas de ejecutar las órdenes del Destino. Átropos tenía encomendada la misión de cortar el hilo de la vida de los mortales. Carl Linneo bautizó como Atropa belladona a la planta de la cual se extrae la atropina, un alcaloide con propiedades cardiológicas.
Esculapio fue el dios griego por excelencia de la medicina. Entre la prole que tuvo destaca Higiea –de donde procede la palabra higiene– y Panacea, que en nuestro idioma significa una medicina milagrosa capaz de curar todos los males.

Del priapismo al quirófano

Príapo era el dios de la fertilidad en la mitología grecorromana y se le representa con una erección permanente y desproporcionada, tal y como aparece, por ejemplo, en la Casa de los Vettii (Pompeya). Este dios dio nombre al priapismo, una erección persistente, dolorosa e indeseada que no está provocada por la estimulación sexual o la excitación y que puede ocasionar graves complicaciones.
El origen de la palabra ecografía hay que buscarlo en el mito de Eco, una ninfa del bosque que fue castigada por la diosa Hera –la esposa de Zeus– con la imposibilidad de hablar, de forma que tan sólo pudiera repetir la última palabra que pronunciara su interlocutor.
En 1917 se aplicó la tecnología de los ultrasonidos a los submarinos y veinticinco años después el neurológo austriaco Karl Theodore Dussik la introdujo en el campo de la medicina, para el diagnóstico de las neoplasias cerebrales.
Para finalizar, «quirófano» es un vocablo que guarda relación con uno de los centauros más sabios, inteligentes y hábiles de la mitología griega: Quirón o Queirón. Este personaje fue el encargado de enseñar al dios Asclepio las artes curativas. 
Autor: Pedro Gargantilla es médico internista del Hospital de El Escorial (Madrid) y autor de varios libros de divulgación.

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