Un cometa pudo cambiar el clima de la Tierra hace 55 millones de años
Hace unos 55 millones de años, la Tierra atravesó por un período excepcionalmente cálido llamado el Máximo Térmico del Paleoceno-Eoceno (PETM, por sus siglas en inglés), en el que las emisiones de dióxido de carbono se dispararon y las temperaturas subieron una media de 6ºC. Las causas de este evento global, que provocó una extinción paulatina y afectó a la evolución de muchos grupos de mamíferos, han sido hasta ahora objeto de debate, atribuyéndose comúnmente a una gigantesca erupción volcánica prolongada durante miles de años.
Investigadores del Instituto de la Tierra en la Universidad de Columbia publican esta semana en la revista Science su propia teoría. Los científicos han encontrado evidencias a lo largo de la costa de Nueva Jersey (EE.UU.), de que un objeto extraterrestre, probablemente un cometa, golpeó nuestro planeta en esa época, lo que podría tener relación con el fenómeno. Los autores del estudio no dicen explícitamente que el cometa fue el causante único del cambio climático, pero sí pudo ser su pistoletazo de salida.
«Esto podría muy bien ser la zona cero» del MTPE, dice Dennis Kent, coautor del estudio. Este investigador ya sugirió en 2003 que el fenómeno pudo haber sido provocado por un cometa, pero muchos de sus colegas rechazaron rápidamente la hipótesis. En esta ocasión tampoco se librará de las críticas.
El nuevo estudio ofrece como prueba unas pequeñas gotas esféricas de vidrio llamadas microtectitas, que se forman cuando un objeto extraterrestre llega a la Tierra y rocía material vaporizado que se solidifica durante el vuelo a través del aire. El autor principal del estudio, el geoquímico Morgan Schaller, del Rensselaer Polytechnic Institute, detectó las esférulas del tamaño de un grano de arena en la base de una capa de arcilla fina que se cree marca el inicio del MTPE.
Las muestras procedían de núcleos de perforación tomados en los suburbios de Millville y Wilson Lake, y de una ribera en los alrededores de Medford, todo en Nueva Jersey. La sección de 9 metros de espesor de material fino, conocida como arcilla Marlboro, se encuentra en varias zonas a lo largo de la costa Este de EE.UU., y parece que se ha establecido rápidamente.
La mayoría de los científicos dicen que la liberación de carbono en el inicio del MTPE se prolongó de 5.000 a 20.000 años. Muchos sospechan que se trataba del aumento de una actividad volcánica masiva. El calentamiento resultante pudo haber sido instigado por una liberación repentina de metano congelado del fondo marino, debido al calentamiento del carbono, cambios en la órbita de la Tierra o cambios en la circulación oceánica. Las temperaturas subieron de 5 a 9ºC, durante un período de calentamiento casi simultáneo que duró unos 200.000 años. El planeta apenas tenía hielo, y los niveles del mar estaban drásticamente más altos que ahora. Muchas pequeñas criaturas unicelulares del fondo oceánico se extinguieron, pero en la superficie, muchas especies se adaptaron moviéndose hacia los polos. Los mamíferos, incluidos los primates, evolucionaron rápidamente. «Fue casi un momento feliz para algunos, pero por supuesto hubo ganadores y perdedores», observa Kent.
En 2013 Schaller y James Wright, de la Universidad de Rutgers, (también coautor del nuevo documento) publicaron un estudio que afirmaba que la liberación de carbono en el PETM fue prácticamente instantánea. Su evidencia: niveles extremadamente altos de isótopos de carbono que aparecen en una banda estrecha de la arcilla Marlboro que representa casi una docena de años. Esta banda se encuentra cerca de la de material expulsado del impacto recién descubierto.
Estudio polémico
Kent explica que hay varios escenarios sobre cómo un impacto extraterrestre podría haber funcionado. Un cometa podría haber traído su propia carga de carbono a la atmósfera; o el impacto también podría haber vaporizado sedimentos ricos en carbono almacenados bajo la superficie de la Tierra. Pero esos eventos por sí solos no podrían haber provocado todo el incremento de carbono y el calentamiento. En línea con la teoría existente, Kent dice que el impacto también podría haber sacudido metano congelado del fondo del mar, o ayudado a despertar el vulcanismo masivo. «Es un evento con una gran cantidad de consecuencias que se han desarrollado en varios aspectos durante segundos, minutos, horas, meses y años», señala.
Los autores admiten que no han localizado un cráter. «Podría haber estado al lado o en el otro lado del planeta», dice Schaller. Las esférulas están escasamente distribuidas, lo que sugiere que el impacto fue grande, pero lejano; o cercano, pero relativamente pequeño.
El estudio es polémico. Christian Koeberl, especialista de la Universidad de Viena, dice que los resultados podrían indicar la existencia de ese impacto, pero las esférulas podrían ser de otra época. Los autores no establecen la edad de las esférulas usando técnicas radiométricas. El impacto que extinguió a los dinosaurios ocurrió en la península de Yucatán en México tan solo 11 millones de años antes del PETM. Y 20 millones de años después, otro impacto dio forma a lo que hoy es la bahía de Chesapeake, entre Maryland y Virginia (EE.UU.).
Gerald Dickens, un geólogo marino de la Universidad de Rice que estudia el PETM, dice que el nuevo documento no «explica realmente nada». Existen «varios argumentos por los cuales la entrada de carbono llevó miles de años (...) Encontrar un par de esférulas no cambia esto».
Sea como sea, muchos científicos sugieren que las emisiones humanas de carbono están superando por mucho cualquier cosa ocurrida durante el PETM, época que puede ser el mejor análogo para entender que puede ocurrir con el cambio climático actual. A principios de este año, un estudio dirigido por Richard Zeebe, de la Universidad de Hawái, afirmaba que los seres humanos están bombeando carbono a la atmósfera 10 veces más rápido que lo que las fuerzas naturales condujeron hace 55 millones de años. Las consecuencias podrían ser más drásticas, ya que muchas formas de vida no tendrán tiempo para evolucionar o migrar. Quizás seamos aún más peligrosos que un cometa o unos volcanes.
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